IU dará este fin de semana el impulso definitivo al programa para las elecciones generales a través de la Asamblea Federal de la Convocatoria Social, que se desarrollará los días 8 y 9 de octubre en el Auditorio Marcelino Camacho de CC.OO en Madrid. IU tiene previsto ordenar los trabajos de este importante cónclave programático en base a las que ha denominado como 7 ‘Revoluciones’: Económica, Democrática, Servicios Públicos, Ambiental, Para la Igualdad, Cultural y Para la Paz.
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En esta Asamblea Federal de la Convocatoria Social está previsto que sean aprobados no sólo el programa electoral sino las candidaturas que presentan al Congreso y al Senado todas las federaciones de IU. La participación social de personas no militantes en IU en este proceso alcanzará un mínimo del 30 por ciento.
Las siete ‘Revoluciones’, de forma resumida, buscan respuestas en base a estos planteamientos:
Revolución económica: es la base para una alternativa global al capitalismo. La crisis que estamos viviendo es una crisis global del sistema capitalista que la hace aparecer como una crisis multifacética: económica, financiera, medioambiental, de materias primas, alimentaria, energética y, finalmente, política, cultural e ideológica.
Existe una pugna en el modelo para esta salida de la crisis entre quienes no buscan una solución para el conjunto de la sociedad sino para unos sectores muy reducidos y poderosos y quienes desde amplios sectores ciudadanos se resisten frente a la imposición de ese modelo.
Revolución democrática: una fuerza de izquierdas alternativa debe tener como objetivo la consecución de una democracia avanzada, en el marco de un Estado federal, republicano y solidario que amplíe los marcos de libertad y participación y garantice el bienestar económico, social y cultural de los ciudadanos. Una sociedad que establezca un nuevo modelo de desarrollo ecológicamente sostenible, donde las grandes opciones socioeconómicas sean reguladas democráticamente.
Sabemos que para cambiar el régimen económico tiene que haber cambios políticos y hacer políticas para los millones que sufren la crisis. Por ello, en este momento más que nunca debe estar ligado el trabajo institucional con el social para avanzar hacia una democracia plena.
Revolución de los Servicios Públicos: La izquierda tiene la tarea, por un lado, de defender los sistemas de bienestar y, por otro, construir las alianzas necesarias para ir hacia un modelo avanzado de Estado Social, en el que cada derecho esté garantizado por un servicio o poder público, como ofensiva a la propuesta neoliberal de adelgazar el Estado.
La educación, el cuidado de la infancia, la enfermedad, la tercera edad, la salud, el suministro de agua potable y el sistema de desagüe, la energía, el transporte público, correos, el deporte y la cultura no son mercancías sino servicios públicos que dependen de la responsabilidad estatal. Por ello, no se les puede someter al principio de la competitividad del coste más bajo y el máximo beneficio.
Revolución Ambiental: Hay que cambiar las tendencias de creciente consumo de recursos naturales, de incremento de emisiones y aumento de trabajo en precario para lograr el desarrollo social y ecológicamente sostenible dentro de un modelo económico concebido para atender las necesidades básicas de los seres humanos. Precisamos una sociedad que impulse el desarrollo humano, un territorio que cumpla sus funciones y una relación de los seres humanos con la naturaleza que garantice la integridad de los ecosistemas.
Revolución para la Igualdad: El feminismo, como filosofía y práctica política, debe ser un eje vertebrador y transversal de la política de transformación. La agenda y prioridades políticas deben estar enmarcadas en un concepto feminista que atraviese nuestro discurso y nuestra práctica. Sólo así se puede ser creíbles ante toda la sociedad.
El feminismo plantea alternativas a la democracia, a las relaciones, al modelo económico, al empleo, a la salud, a la educación, a la imagen, a la cultura… El feminismo es el discurso global que unifica a las personas en opciones y posibilidades.
Revolución Cultural: Debemos empezar a hacernos preguntas: ¿Nos importa, como sujetos de izquierda, la Cultura?, ¿pensamos que vale para algo?, ¿tiene la Cultura alguna utilidad política?, ¿qué espacios de la vida asociamos a lo cultural?, ¿existen ámbitos diferenciados para el trabajo político y el trabajo cultural?, ¿se puede hablar de la belleza desde la política y del paro desde la cultura?, ¿la cultura que apreciamos es la cultura-espectáculo?, ¿sólo el ocio es el momento de lo cultural?, ¿qué entendemos por ‘cultura popular’?, ¿es la cultura popular una cultura asequible, fácil, legible, desde un punto de vista intelectual?, ¿cuáles son los eslabones más débiles en la crisis del mercado cultural?, ¿afectan las crisis económicas a la creación cultural?, ¿nos interesa la cultura solo en tanto en cuanto educación?
Revolución para la Paz: La dramática crisis que vive la Humanidad (alimentaria, energética y financiera), consecuencia del sistema capitalista, del imperialismo, ha acentuado los rasgos antidemocráticos de las instituciones internacionales: ha potenciado el uso de la fuerza contraviniendo el derecho internacional, el retraso en los cumplimientos de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, el aumento sustancial del gasto destinado a armamento y la guerra como herramienta para garantizar que los países dependientes cuenten con los canales de suministro de recursos energéticos.
La Carta Fundacional de las Naciones Unidas o el derecho internacional son burlados sistemáticamente al no contar con un ‘gobierno democrático del mundo’, con unas Naciones Unidas rediseñadas, reformuladas, que sean la auténtica expresión democrática del mundo del siglo XXI. En nuestro contexto, la actual Unión Europea, la diseñada por y para los mercaderes, desde el Tratado de Maastricht al de Lisboa, no sólo no ha contribuido a avanzar hacia una arquitectura democrática del mundo sino que ha favorecido el mantenimiento del actual desorden internacional, las desigualdades, la guerra y la desprotección a los pueblos que demandan justicia social.